Texto Bíblico: Juan 13:36-14:14
Oración:
Señor,
ayúdanos a abrir el corazón a tu voz viva en la Biblia. Infunde en nosotros la
presencia de tu Espíritu. Abre nuestro entendimiento, cambia nuestros puntos de
vista, sacúdenos de nuestras seguridades falsas. Enséñanos a confiar sólo en Ti
y en tu Palabra. Haznos humildes, aumenta nuestra capacidad de escucha, mantennos
atentos a las reflexiones de nuestros hermanos. Ayúdanos a descubrirte en los
demás.
Introducción
El
“¿y por qué?” tan común de los niños en sus primeros años, desde los 3 hasta
los 6 aproximadamente, es un reflejo del interés del ser humano de conocer.
En la
infancia la mente de los niños está abierta y todo lo creen, todo lo aceptan y
nunca se cansan de preguntar.
Cada
respuesta que el adulto le proporciona genera otra pregunta y de esta manera su
mundo se ensancha y su mente se expande.
Pero
llega un momento en la vida, como adultos, en que creemos tener todas las
respuestas y se acaban las preguntas. O por lo menos, dejamos de hacer las preguntas correctas.
Esta
actitud es lo que ha dado origen a un pensamiento que alguien escribió que va más
o menos así: “a los siete años el hijo dice: "papá es un sabio; todo lo
sabe". A los catorce años el hijo dice: "Me parece que mi padre se
equivoca en algunas cosas". A los veinte años el hijo dice: "Mi padre
está un poco atrasado. No es de esta época". A los veinticinco años el
hijo dice: "Mi padre no sabe nada, decididamente está fuera de onda".
A los treinta años el hijo dice: "No sé si ir a consultar este asunto con
mi padre, tal vez, él podría aconsejarme". A los cuarenta y cinco años el hijo
dice: "¡Qué lástima que papá se haya ido!, él me hubiera aconsejado".
A los sesenta años el hijo dice: "Pobre mi padre, era un sabio, lástima
que lo haya comprendido demasiado tarde".
Para
cuando maduramos lo suficiente como para volver a hacer preguntas, en muchos
casos los padres ya no están, y las respuestas no llegan.
Pero
que reconfortante es descubrir que, para nuestras preguntas, sea que estas se
originen por la curiosidad, por las dudas o por la ignorancia, siempre habrá
una respuesta que nos llegue en el momento preciso de parte de Dios, nuestro
Padre Celestial.
Un
pasaje en el Nuevo Testamento nos presenta las preguntas de tres hombres que,
aunque habían estado con Jesucristo la mayor parte del tiempo, aparentemente no
habían logrado realizar la conexión entre las enseñanzas espirituales que
habían recibido y cómo aplicarlas a sus vidas cotidianas.
Sus
preguntas fueron motivadas por la ignorancia, pero, desde la perspectiva de
Dios, siempre habrá una respuesta sabia, aunque la pregunta sea necia.
Veamos
entonces el pasaje en Juan 13:36-14:14
I.- Señor, ¿a dónde vas?, ¿Por qué no te
puedo seguir ahora?, Juan 13:36-14:4
Esta
pregunta de Pedro es tan necia como estar en el camino y preguntar cuál es el camino.
A esta pregunta Jesús responde: Yo soy el camino.
Anteriormente,
en el 13:33, Jesús había anunciado su partida y dijo a sus discípulos que
adonde él iba, ellos no podían ir.
Esto
hace que Pedro formule la primera pregunta: Señor, ¿a dónde vas?
Si
una pregunta era válida en ese momento, obviamente no debió haber sido el
“¿adónde?” porque se demostraba así la ignorancia espiritual en asuntos en los
que el Señor ya les había enseñado.
Los
discípulos de Jesús ya debían saber esto, como está escrito en 14:4. Para
nosotros la presencia del Espíritu Santo hace claras las intenciones de Jesús.
La
luz del Espíritu nos enseña adonde va Jesús cuando nos hace ir por cierto
camino que no entendemos y nos prepara para poder seguirlo, aunque nuestra razón
nos diga otra cosa.
Porque
dónde el Señor va, y donde nos hace ir con él, implicará algunas veces
sacrificio para nosotros, renuncia de lo que creemos útil, abandono de esos ideales
y deseos humanos que nos alejan del camino.
La
pregunta apropiada debió haber sido: “¿por qué no podemos ir? Una pregunta así
reflejaría el deseo de un corazón sediento de agradar a Dios, de buscarlo, de
aprender algo que le ayude a prepararse para poder ir.
Pero aun
así hay que tener cuidado con la forma en que formulamos esta pregunta.
Aparentemente, fue la intención de Pedro cuando le dice al Señor: “¿por qué no
te puedo seguir?, pero él añade, ¿AHORA?, y después dice: Mi vida daría por ti.
El problema estaba en el ahora de
Pedro. El Señor le había respondido que lo seguiría después (13:36), cuando realmente pudiera, cuando estuviera preparado, con poder, con vigor, con
fuerza. Esto no es posible para un corazón que aún no tiene la presencia del
Espíritu Santo. Esta enseñanza se las dará el Señor más adelante (14:15-19).
Tener
intención de hacer lo recto es importante (mi vida pondré por ti, v.
13:37). Desear cumplir el nuevo
mandamiento es indispensable para la vida eterna (v.13: 34-35). Pero amar hasta
lo sumo, como se dice de Jesús en 13:1, no está dentro de la capacidad de las
fuerzas humanas, si no se tiene el poder del Espíritu Santo. A este Pedro sin
fuerza, sin vigor, sin el poder del Espíritu Santo, es a quien el Señor tiene
que profetizar lo que está escrito en 13:38
Posteriormente,
en los versículos 14:1-4 Jesús da seguridad al corazón de los discípulos
quienes probablemente tomaron las palabras de Jesús a Pedro como una bofetada
para la propia fe de ellos.
No
basta solo con decir que pondremos nuestra vida por Jesús, eso suena muy lindo,
pero, ¿cómo lo demostramos en nuestro diario caminar?
- sin
turbación en el corazón, no se turbe vuestro corazón, Juan 14:1
-
haciendo de Jesús el verdadero Dios en nuestra vida, creéis en Dios, creed
también en mí, Juan 14:1
-
aceptando el lugar que Jesús nos prepara en la casa de Dios, como moradas,
refugios, lugares de descanso mientras transitamos por la vida, Juan 14:2 “En
la casa de mi Padre muchas moradas hay”
-
preparando nuestro corazón para la venida espiritual de Jesús que quiere
llevarnos adonde el está, llenándonos con su presencia mientras vamos por la
vida., Juan 14:3
Pero
esto provocó que surgiera la segunda pregunta, esta vez formulada por Tomás,
quien es visto como el tipo de persona que demanda pruebas tangibles y
definiciones precisas, pero que es tan ignorante como Pedro mismo.
II.- Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo,
pues, podemos saber el camino?, Juan 14:5-7
La
necedad de esta pregunta de Tomás está en decir que no sabe la verdad que se le
había enseñado. A esta pregunta Jesús responde: Yo soy la Verdad
Tan
malo como no saber adonde es que va el Señor, es no poder ver en El, el camino
que necesitamos seguir.
De
labios de un incrédulo esta pregunta es aceptable. Solo estas personas no
conocen el camino, no saben cómo llegar a Dios. Lo intentan a través de la
razón, de las buenas obras, de una moralidad vacía pero nunca llegan al destino
esperado.
Haber
visto a Jesucristo era haber visto a Dios, pues Jesús es Dios. Por esto es que
el Señor pudo decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí”.
“Sin
el camino, no hay viaje; sin la verdad, no hay conocimiento; sin la Vida, no
hay existencia. Yo soy el camino que tú debes seguir; la Verdad que debes creer;
la Vida que debes esperar. Yo soy el camino inviolable, la Verdad infalible, la
Vida sin fin. Yo soy el camino que es más recto, la verdad que es más sublime,
la vida que es verdad, la vida bendita, la vida no creada. Si permaneces en mi
camino, conocerás la Verdad, y la verdad te hará libre, y estarás seguro en la
vida eterna”. Tomás de Kempis en la Imitación de Cristo.
El
problema con Tomás, y es el mismo problema de muchos, es que no llegaron
realmente a conocer a Jesús,
Una
vez ido el Maestro es que recién empezaron a entender el mensaje que como Dios
les había impartido.
Dios
permita que no seamos incluidos en la lista de aquellos que le amaron pero que
no le conocieron.
La aseveración
de Jesús de que los discípulos debieran haber ya conocido al Padre hizo que
Felipe hiciera una súplica especial. No es una pregunta pero hace generar una
pregunta en los lectores: “¿cómo es que puede haber gente tan pero tan….?
III.- Señor, muéstranos el Padre, y nos
basta, Juan 14:8-14
Esta
pregunta es necia porque a Felipe la vida le había sido dada en Jesucristo,
pero todavía buscaba ser satisfecho. A esta pregunta Jesús responde: Yo soy la
vida
El
cuadro que se presenta aquí es muy patético. La reprimenda de Jesús así lo
demuestra: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y no me has conocido?”
Dos
cosas nos llevan a conocer al Padre a través de Jesucristo:
- sus
palabras: no debemos desatender las palabras que Jesús nos habla
- sus
acciones, sus obras: las obras de Jesús son manifestadas a la humanidad entera
pero también son obras que realiza individualmente en nosotros
Las
declaraciones de Jesús en los versículos 12 al 14 sirven como base para
demostrar que las obras son secundarias y que lo primordial es la fe en El por
lo que El es, más que por lo que El hace.
Felipe
había dicho al Señor: muéstranos al Padre y nos basta, dando a entender que
quedarían satisfechos.
Pero
las palabras de Jesús a él son una afirmación de que la verdadera satisfacción,
la vida plena, solo se produce cuando tenemos una fe activa en Jesucristo.
Esta
fe debe ser tan activa que nos debe llevar a obras mayores, no mayores en
importancia sino en cantidad.
No
hay mayor obra que la conversión del impío y obstinado corazón del hombre de su
pecado a la santidad, y esta es obra de Jesucristo, y después del Pentecostés,
con la llegada del Espíritu Santo, estas obras fueron más abundantes, fueron
más cuantiosas, fueron mayores.
Lograr
esto es lo que debe llenar de satisfacción el corazón nuestro. Esto es lo único
que nos debe bastar. Pero esto no surge si antes no hemos visto a Dios a través
de Jesucristo.
Conclusión
Celebramos
recientemente el Día de Acción de Gracias y una forma de mantener la actitud
agradecida es recordar que Dios siempre tiene una respuesta a nuestras
preguntas.
En esta
actitud de gratitud podremos declarar y preguntar:
Señor,
sé adónde vas ¿Cómo hago para seguirte?
Señor,
sé adónde vas, ¿cómo sé lo que debo hacer para continuar?
Señor,
en ti vemos a Dios, ¿Cómo seguirás sustentándonos?
A
estas preguntas El Señor seguirá respondiendo con amor, gentileza y
profundidad:
Yo
soy el camino, solo sígueme a dónde te lleve,
Yo
soy la Verdad, solo créeme y te sentirás seguro,
Yo
soy la Vida, sólo permite que te baste y te sustente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario