domingo, 27 de enero de 2019

Una Llave para 7 Puertas


El ropero viejo de mi abuelo Godofredo lo tenía yo como herencia en mi cuarto cuando era un muchacho de escuela. 

Era un mueble café oscuro con una cerradura que requería una llave como la que se muestra en la imagen arriba

Era algo mágico, me impresionaba mucho y aún ahora, que el tiempo ha pasado, todavía recuerdo con agrado cuando buscaba la llave para abrir el ropero viejo de mi abuelo.

En una ocasión, Jesús les hizo un reclamo a unas personas precisamente por una llave. 

Lucas 11:52 nos dice que Jesús se dirigió a estas personas y les dijo: “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.”

Si el Señor estuviera dirigiendo estas palabras a alguno de nosotros hoy en día sonaría algo así: “Ten cuidado, tomaste la llave del conocimiento, pero en lugar de abrir puertas las cerraste. Ni entraste tú, ni dejaste que entrara tu hermano, o tu hermana.”

En el Antiguo Testamento se nos presenta la historia de un hombre muy diferente a los intérpretes de la ley que mencionó Jesús. 

Este hombre encontró la verdad y la convirtió en una llave para abrir 7 puertas, que al ser abiertas, le permitieron, a él y a todas aquellas personas que las abrieron, entrar a una nueva realidad en su relación con Dios.

Veamos su historia en Nehemías 8:1-3, 5-6, 8-10

El personaje principal de esta historia, el héroe, por decirlo así, es un escriba y sacerdote llamado Esdras que vivió en el siglo V a.C.

Su nombre significa “al que Dios ayuda”, y como Dios nos ayuda también a nosotros, su historia puede ser nuestra historia, y sus acciones nuestras acciones.

El evento que se describe en este pasaje está ocurriendo a mediados de septiembre del año 445 a.C. (el día 1 del mes 7 como dice en el versículo 2, de acuerdo al calendario Hebreo corresponde aproximadamente al 15 de Septiembre).

La reconstrucción externa de la ciudad de Jerusalén había terminado ya, después que los exiliados en Babilonia regresaran a su tierra natal y emprendieran esta tarea que duró 52 días, (Nehemías 6:15).

Pero como sabemos, no basta solamente con el cuidado externo de las cosas, también es muy importante el cuidado interno. 

Si no hacemos ese cuidado interno, corremos el riesgo de convertirnos como decía el Señor, en sepulcros blanqueados, bellos por fuera, pero inmundos por dentro.

Así que, en un verdadero avivamiento para renovar la fe del pueblo, Esdras le presenta a este pueblo una llave, el Libro de la Ley, la Palabra de Dios.

Ese avivamiento espiritual vino en respuesta a la lectura que Esdras hizo de "el Libro de la ley de Moisés" y el avivamiento produjo que todos prestaran atención cuidadosa a la lectura de la Palabra de Dios para cumplir su voluntad.

Para que este avivamiento ocurriera fue necesario que siete puertas se abrieran.

Mientras reflexionamos en este pasaje desde la perspectiva, o sea, desde la comparación que hacemos del Libro de la Ley, de la Palabra de Dios, con una llave, pensemos en las elecciones o decisiones que podemos tomar y los cambios, las acciones, que esas decisiones nos llevan a realizar y póngale fecha.

1.- La puerta de los pies, Nehemías 8:1

Cuando esta puerta se abre, ocurre lo que nos dice en Nehemías 8:1: nos juntamos todos como un solo “hombre”, en unidad total, en el lugar de reunión, frente a la Puerta de las Aguas. 

Esto es lo que hace la palabra de Dios en nuestros pies, que representan nuestros pasos, nuestras decisiones, hacia dónde nos encaminamos. Cambia nuestro rumbo y nos conduce por la senda recta, al encuentro con el Agua Viva, con nuestro Salvador. 

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

2.- La puerta de la mente, Nehemías 8:2, 8

Abrir la puerta de la mente, es abrir nuestro entendimiento, y esto es lo que hace la Llave de la Palabra de Dios. 

Cuando no entendamos algo, y esto aplica en todas las áreas de la vida, no nos quedemos con la duda, preguntemos, investiguemos, averigüemos. No nos conformemos solamente con decir: “No lo entiendo, ahí lo dejo, no puedo hacerlo.” 

La Palabra, el Verbo, está delante de nosotros, que somos la congregación de Dios, somos los que podemos entender, y esto nos incluye a todos, porque Dios es el que nos ayuda. 

Este entendimiento, que significa comprensión, es el resultado de leer la Palabra o escuchar la voz de Dios con la actitud del versículo 8: leer en el libro claramente, poniendo todo el sentido, entendiendo la lectura. 

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

3.- La puerta de los oídos, Nehemías 8:3

Esta es otra puerta que la llave de la Palabra debe abrir. La Biblia declara que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Y no es por cualquier oír. Oír más chismes no nos da más fe. Oír canciones con valores contrarios a la fe, no nos más produce más fe. 

La fe viene cuando oímos la palabra de Dios. Hay dos formas de oír en este pasaje: la una es desde el alba hasta el mediodía, desde que sale el sol hasta su punto máximo, cuando hay suficiente luz, y la otra es con oídos atentos. 

Esto significa que debemos relacionarnos con la Palabra de una forma constante, con interés, con disposición, con atención. No todas las personas pueden leer la Biblia en las horas claras del día, muchas lo hacen de noche, al final del día, no hay problema con esto. 

La idea es buscar la palabra para alcanzar claridad, “lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. 

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

4.- La puerta de los ojos, Nehemías 8:5

Esta es la puerta que tiene que ver con nuestra visión, la atención que viene por el ver, como la visión del centurión ante la cruz, que, al ver a Jesús, el Verbo en lo alto, pudo declarar: “este verdaderamente era el hijo de Dios”. 

Aquí Esdras pone en alto la Palabra, para que el pueblo la vea, y al abrirla, el pueblo estuvo atento, a la expectativa, buscando la verdad que nos llega cuando no la ocultamos o la reducimos a nada. 

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

5.- La puerta de las manos, Nehemías 8:6

Esta puerta representa todo lo que realizamos con las manos: el esfuerzo, el trabajo, las acciones concretas. La palabra de Dios extiende nuestras manos para dos propósitos: para alzarlas al bendecir a Dios; “Dios es grande, sí, amén, amén, así es” y para sostenernos cuando nos inclinamos ante el en humildad y adoración inclinados a tierra, símbolos de que nuestras palabras deben ir acompañadas de acciones que las igualen. 

Si una persona declara que Dios es grande, esa persona no se hace grande a sí misma. Esa persona alza sus manos bien alto, porque esa es la grandeza que reconoce, y esa persona se humilla, se postra, se inclina hasta la tierra y desde allí adora.
¿Cuáles son las acciones que acompañan nuestras palabras? No hablemos sin acompañar nuestras palabras con las manos, con acciones claras.

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

6.- La puerta del corazón, Nehemías 8:9, 10b

La tristeza del pueblo al llorar oyendo las palabras de la ley representa al corazón que es abierto por esa palabra que llega hasta lo más profundo. 

Si nuestro corazón se ha endurecido tanto que nos duele el mal que hacemos, necesitamos urgentemente que la poderosa llave de Dios nos abre el corazón de par en par y nos transforme. 

No tengamos vergüenza de llorar cuando la palabra de Dios nos confronte, porque, como le dijo Esdras al pueblo, “el gozo de Jehová es vuestra fuerza”. En la psicología de Dios, el gozo viene después de la tristeza.

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

8.- La puerta del Vientre, Nehemías 8:10a

Al final, cuando la llave de la palabra había abierto ya seis puertas: los pies, la mente, los oídos, los ojos, las manos y el corazón, Dios abre la puerta del Vientre a través del sentido del gusto. 

La perspectiva que esta imagen nos ofrece es la de aprender a deleitarnos en el banquete espiritual que Dios nos ofrece: “los mejores trozos de carne y el vino dulce”, símbolos de su gran bendición para nosotros. 

Cuando Dios abre esta puerta en nuestras vidas podemos decir de su palabra con toda seguridad: “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.”

¿Qué decides hacer y cuándo lo vas a hacer?

Conclusión

Vengamos hoy frente a la Puerta de las Aguas, frente a la palabra de Dios que fluye en nosotros y permitamos que como una llave, esa palabra abra todas las puertas en nuestra vida que deben permanecer abiertas para que esa palabra pueda ser oída, y que al oírla nuestra fe se fortalezca.