lunes, 3 de julio de 2023

Esclavos del Pecado o Esclavos de la Justicia, Romanos 6:12-23

 Romanos 6:12-23 nos presenta un contraste o comparación entre ser esclavos del pecado y ser esclavos de la justicia. Ser esclavos del pecado nos lleva a la muerte y la separación de Dios, mientras que ser esclavos de la justicia nos conduce a la vida eterna y a una relación transformada con Dios.

Es nuestra elección a quién servir y qué tipo de esclavitud queremos experimentar. La justicia en Cristo nos libera de la esclavitud del pecado y nos lleva a una vida de plenitud y propósito en obediencia a Dios.

Para entender este contraste entre ser esclavos del pecado o esclavos de la justicia atendamos al siguiente relato:

"Había una vez dos hombres que vivían en un país gobernado por un rey injusto y tirano. Ambos hombres eran esclavos, pero cada uno de ellos tenía un amo diferente.

El primer hombre era esclavo de un malvado señor, quien lo obligaba a realizar tareas ilegales y deshonestas. Este hombre se sentía atrapado en un ciclo de engaño, robo y violencia. Aunque anhelaba la libertad, no podía escapar de las garras de su amo malvado.

Por otro lado, el segundo hombre era esclavo de un noble y justo rey. Su amo lo trataba con bondad y lo guiaba hacia la justicia y el bien. Aunque todavía enfrentaba desafíos y tentaciones, se sentía fortalecido por el amor y la gracia de su amo.

Un día, el rey justo decidió intervenir en el país y liberar a todos los esclavos. El primer hombre, aún aferrado a su vida de pecado, decidió rechazar la oferta de libertad y continuar sirviendo a su amo malvado. Aunque el rey justo lo amaba y deseaba su libertad, no podía forzarlo a aceptarla.

En cambio, el segundo hombre reconoció el amor y la bondad del rey justo y decidió abrazar la libertad que le ofrecía. A medida que experimentaba la gracia y la transformación del rey, su vida cambió por completo. Ya no estaba atado por las cadenas del pecado y encontró propósito y alegría en servir a su noble amo.”

Esta historia ilustra que todos somos esclavos, pero tenemos la opción de elegir a quién servir: al pecado o a la justicia. A través de Jesús, el Rey justo, podemos ser liberados del poder del pecado y ser transformados en instrumentos de justicia. Depende de nosotros aceptar esa libertad y vivir en obediencia a nuestro amoroso y justo Rey.

Veamos ahora en detalle este contraste y aprendamos la lección que la Palabra de Dios tiene para nosotros en este día.

El primer contraste tiene que ver con

1. Naturaleza y dominio:

   - Ser esclavos del pecado implica tener una naturaleza pecaminosa que nos impulsa hacia el mal y nos lleva a actuar en desobediencia a Dios. El pecado tiene dominio sobre nosotros y controla nuestras acciones.

   - Ser esclavos de la justicia implica tener una nueva naturaleza en Cristo que nos impulsa hacia la obediencia y nos capacita para actuar en conformidad con la voluntad de Dios. La justicia tiene dominio sobre nosotros y gobierna nuestras acciones.

El segundo contraste tiene que ver con

2. Resultados y consecuencias:

   - Ser esclavos del pecado nos conduce a la muerte espiritual y a la separación de Dios. El pecado trae consigo la culpa, la vergüenza y las consecuencias destructivas tanto en esta vida como en la eternidad.

   - Ser esclavos de la justicia nos lleva a la vida eterna en Cristo Jesús. La justicia produce una conciencia limpia, paz interior y bendiciones tanto en esta vida como en la eternidad.

El tercer contraste tiene que ver con

3. Libertad y esclavitud:

   - Ser esclavos del pecado nos hace creer erróneamente que somos libres para seguir nuestros propios deseos egoístas y buscar nuestra propia satisfacción. Sin embargo, en realidad, estamos esclavizados y atrapados en un ciclo de pecado y separación de Dios.

   - Ser esclavos de la justicia nos libera de la esclavitud del pecado y nos permite vivir en verdadera libertad en Cristo. A través de la obediencia a Dios, encontramos propósito, significado y una verdadera realización en nuestras vidas.

El cuarto contraste tiene que ver con

4. Maestros y obediencia:

   - Si somos esclavos del pecado, estamos bajo su autoridad y seguimos sus enseñanzas. Nos sometemos a nuestros deseos pecaminosos y nos convertimos en servidores del pecado.

   - Si somos esclavos de la justicia, reconocemos a Dios como nuestro Maestro y nos sometemos a Su autoridad. Buscamos vivir en obediencia a Sus mandamientos y seguir el ejemplo de Jesús en todas nuestras acciones.

El último contraste tiene que ver con

5. Recompensa y regalo:

   - Como esclavos del pecado, recibimos el pago o recompensa que el pecado nos ofrece, que es la muerte. El pecado nos separa de Dios y nos lleva a una eternidad sin Él.

   - Como esclavos de la justicia, recibimos el regalo que Dios nos ofrece, que es la vida eterna en Cristo Jesús. A través de la justicia, somos reconciliados con Dios y disfrutamos de una relación íntima y eterna con Él.

Quisiera presentarte ahora una serie de recomendaciones prácticas basadas en el contraste entre ser esclavos del pecado y ser esclavos de la justicia para ayudarte a aplicar estos principios a tu vida diaria:

1. Renueva tu mente:

   - Dedica tiempo diario a la lectura y meditación en la Palabra de Dios. Esto te ayudará a renovar tu mente y a alinear tus pensamientos con los principios de justicia y obediencia a Dios.

2. Busca la guía del Espíritu Santo:

   - Cultiva una relación íntima con el Espíritu Santo a través de la oración y la comunión diaria. Pídele que te guíe y fortalezca en el camino de la justicia y la obediencia a Dios.

3. Identifica y enfrenta las áreas de lucha:

   - Reconoce las áreas de tu vida en las que experimentas luchas persistentes contra el pecado. Busca apoyo y mentoría de creyentes maduros que puedan ayudarte a superar esas luchas y vivir en victoria sobre el pecado.

4. Practica la rendición diaria:

   - Ríndete a Dios cada día y entrega tu vida a su voluntad. Pídele que te ayude a ser un instrumento de justicia en todas tus acciones, decisiones y relaciones.

5. Cultiva una vida de obediencia práctica:

   - Toma decisiones conscientes para obedecer a Dios en cada área de tu vida. Esto incluye tus pensamientos, palabras, acciones, relaciones y estilo de vida en general. Pregúntate: "¿Cómo puedo honrar a Dios en esta situación?" y toma las acciones necesarias para vivir en obediencia a Él.

6. Busca la comunión y el apoyo de otros creyentes:

   - Conecta con una comunidad de fe sólida y comprometida. Busca la compañía de creyentes que también estén comprometidos con vivir una vida de justicia y obediencia a Dios. Comparte tus luchas, busca consejo y alienta a otros en su caminar espiritual.

7. Practica el arrepentimiento y el perdón:

   - Reconoce tus faltas y pecados, y arrepiéntete genuinamente ante Dios. Aprende a perdonarte a ti mismo y a perdonar a los demás, permitiendo que el perdón de Dios fluya a través de ti.

8. Mantén una actitud de gratitud:

   - Cultiva una actitud de gratitud hacia Dios por su gracia y salvación. Reconoce y agradece las bendiciones que has recibido al vivir como esclavo de la justicia.

Recuerda que vivir como esclavo de la justicia es un proceso continuo y una elección diaria. A medida que te comprometas con estos principios y busques la ayuda y el poder de Dios, experimentarás una transformación gradual en tu vida y te acercarás más a la plenitud de vivir una vida en conformidad con su voluntad.

Ejercicio Práctico para desarrollar las 8 metas anteriores

1. Renueva tu mente:

   - Establece un horario diario dedicado a la lectura de la Palabra de Dios y la meditación. Puedes asignar un tiempo específico en la mañana o antes de dormir.

   - Mantén un diario espiritual donde puedas registrar tus reflexiones, versículos significativos y oraciones.

   - Considera unirte a un grupo de estudio bíblico o participar en actividades de la iglesia que fomenten el crecimiento espiritual.

2. Busca la guía del Espíritu Santo:

   - Dedica tiempo diario a la oración y la comunión con Dios. Haz espacio para escuchar al Espíritu Santo y prestar atención a sus instrucciones.

   - Mantén un diálogo constante con Dios a lo largo del día, buscando su dirección en todas las decisiones importantes que tomes.

   - Pide a Dios que te llene del Espíritu Santo y te capacite para vivir una vida justa y obediente.

3. Identifica y enfrenta las áreas de lucha:

   - Reflexiona sobre tu vida y determina las áreas en las que luchas contra el pecado. Pueden ser vicios, malos hábitos, patrones de pensamiento negativos, etc.

   - Busca un mentor espiritual o un consejero cristiano maduro que pueda ayudarte a enfrentar y superar esas áreas de lucha.

   - Participa en programas de apoyo como grupos de recuperación o consejería cristiana para recibir orientación y apoyo adicional.

4. Practica la rendición diaria:

   - Comienza y termina cada día entregando tu vida a Dios. Ora y dile a Dios que estás dispuesto a seguir Su voluntad en todo momento.

   - Enfócate en confiar en Dios y dejar que Él guíe tus decisiones. A medida que te enfrentes a desafíos, repite la frase "No sea mi voluntad, sino la tuya" como una forma de recordar tu rendición diaria.

5. Cultiva una vida de obediencia práctica:

   - Examina cada área de tu vida y pregúntate cómo puedes honrar a Dios en ella. Por ejemplo, en tus relaciones, pregúntate cómo puedes mostrar amor, perdón y compasión.

   - Establece metas específicas de obediencia en cada área y toma medidas concretas para cumplirlas. Por ejemplo, si luchas con la ira, comprométete a controlar tus reacciones y responder con paciencia y amor.

6. Busca la comunión y el apoyo de otros creyentes:

   - Busca una iglesia local que promueva la vida de justicia y obediencia a Dios. Conéctate con grupos pequeños o células de la iglesia donde puedas tener comunión y compartir tus luchas y victorias.

   - Busca un mentor espiritual o un amigo cercano con quien puedas tener conversaciones profundas y recibir apoyo mutuo en el caminar espiritual.

7. Practica el arrepentimiento y el perdón:

   - Cuando reconozcas tus faltas y pecados, arrepiéntete sinceramente ante Dios. Confiesa tus pecados y pide Su perdón.

   - Aprende a perdonarte a ti mismo, recordando que Dios te ha perdonado. Deja de lado la culpa y la vergüenza y abraza la gracia y la misericordia de Dios.

   - Practica el perdón hacia los demás, incluso cuando te hayan herido. Comprende que el perdón no significa olvidar, sino liberarte del resentimiento y permitir que la sanidad y la reconciliación ocurran.

8. Mantén una actitud de gratitud:

   - Todos los días, haz una lista de al menos tres cosas por las que estás agradecido. Puede ser algo relacionado con tu fe, tus relaciones, tus bendiciones materiales, etc.

   - Expresa tu gratitud a Dios en oración y alaba Su nombre por Su gracia y salvación.

   - Comparte tu gratitud con los demás, mostrando aprecio y reconocimiento por las bendiciones que has recibido. Esto te ayudará a mantener una perspectiva positiva y a enfocarte en las cosas buenas de la vida.

Oración para el Camino

"Señor, en medio de los contrastes de la vida, te pido que me ayudes a permanecer firme en mi fe y a destacar la diferencia que tu amor y gracia hacen en mi existencia. Que en cada situación, pueda ser un testimonio vivo de la esperanza que encuentro en ti, mostrando tu luz en medio de la oscuridad y tu paz en medio de la tormenta. Confiando en tu guía, enfrentaré los desafíos con valentía y buscaré reflejar tu amor en todo lo que haga. Amén."

"Hoy elijo ser esclavo de la justicia y liberarme del pecado, para encontrar en la obediencia a Dios la verdadera libertad."

Hasta la próxima entrega,

Pastor Alexander Madrigal