jueves, 17 de noviembre de 2016

Las Puertas de las Fortalezas

Texto Bíblico: Nehemías 3:1-31

Oración:
Señor, “¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de nuestros corazones delante de ti, Jehová, roca nuestra y redentor nuestro!

Las Puertas de las Fortalezas

Todos hemos escuchado esa vieja frase “el poder corrompe” y esto es cierto cuando el poder es usado para afectar la libertad de otros, manipular, controlar, destruir u obtener provecho personal.

Otra verdad en cuanto al poder que no se menciona muy a menudo es que también el poder revela o descubre.

Es en los momentos de transición donde esta verdad se hace más evidente pues todas las experiencias de transición, cambio o crisis, revelan lo mejor o lo peor de nuestro carácter.

Los momentos de transición son todas aquellas situaciones que involucran movernos de un punto a otro. Se dan a nivel personal, de pareja, familiar o de grupo. Toda vez que necesitamos reconstruir en alguno de esos niveles estamos ante un momento de transición.

El hombre o la mujer que enfrenta un cambio de trabajo, o un cambio en la salud; la pareja que enfrenta una infidelidad o trabaja en el perdón; la familia que enfrenta la adolescencia de un hijo, la menopausia de una esposa o la crisis de la edad media de un esposo; la iglesia que se traslada de Hempstead a Malverne e inicia una nueva etapa; todos estos son ejemplos cotidianos de transición que requieren de reconstrucción, de reedificación.

La forma en que respondamos a nuestros momentos de transición revelarán lo mejor o lo peor de nuestro carácter según los roles que desempeñemos como individuos, como pareja, como miembros de una familia, de una empresa o de una iglesia.

El carácter son los valores o fortalezas internas que determinan nuestras acciones externas. Estas acciones externas son “los frutos” por los cuales “somos conocidos”, como los llamaba Jesús, y se revelan, según el uso, desuso o abuso que hagamos de las fortalezas de nuestro carácter. Otros sinónimos de fortalezas son frutos u obras del espíritu.

Hace más de 2400 años un hombre en la Biblia fue enfrentado a un momento de transición y a una oportunidad de usar sus fortalezas y revelar su carácter.

Su nombre era Nehemías y su historia la encontramos en el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre.

Nehemías era un israelita que vivió en la ciudad de Susa, antigua ciudad del Imperio Persa, en la actual Irán, donde vivieron Mardoqueo y Ester. Él trabajaba como copero en el palacio del rey Artajerjes.

Un día Hanani el hermano de Nehemías y otros hombres del país de Israel vienen a visitar a Nehemías. Le cuentan las dificultades de los israelitas, y que los muros de Jerusalén todavía están caídos. Nehemías se pone muy triste, y ora a Jehová sobre esto.

El rey Artajerjes nota que Nehemías está triste, y le pregunta: ‘¿Por qué estás triste?’ Nehemías le dice que es por la mala condición de Jerusalén y por los muros caídos. ‘¿Qué deseas?’ le pregunta el rey.
‘Déjame ir a Jerusalén,’ dice Nehemías, ‘para que yo pueda reconstruir los muros.’ Artajerjes es muy bondadoso. Le dice que puede ir, y le ayuda a conseguir madera para parte de la construcción. Poco después de llegar a Jerusalén, Nehemías cuenta sus planes al pueblo. Les gusta la idea, y dicen: ‘Vamos a empezar a construir’ y en solo 52 días acaban los muros. Ahora hay seguridad en la ciudad. Nehemías y Esdras enseñan la ley de Dios, y el pueblo es feliz.

Un aspecto de este proceso de reconstrucción sobre el cual quiero desarrollar el tema de este sermón tiene que ver con la reconstrucción de 10 puertas de la Muralla de Jerusalén, tal como se narra en Nehemías 3:1-31.

Cada una de estas 10 puertas representará una fortaleza de carácter que debemos desarrollar para permitir que la reconstrucción sea duradera y que la transición sea fácil.

Si me permiten un comercial, y les prometo que será el único que mencione, quiero compartiles una herramienta que utilizo en mi práctica profesional como Coach de Vida, llamada Inventario de Fortalezas. A través de este Inventario ustedes podrán saber en qué posición se encuentran en relación a estas 10 fortalezas. Pueden completar el inventario en bit.do/fortalezas

Con respecto a estas 10 puertas me gustaría que tengan en sus mentes una imagen que estaré usando al hablar de ellas. Una particularidad de las puertas es que deben abrirse y cerrarse; por eso son puertas y no paredes. Lo mismo corresponde hacer con las fortalezas. Debemos aprender a cerrar la puerta para que la fortaleza se quede (para evitar la carencia) y abrirla para que la fortaleza no se desborde (para evitar el exceso).

También, hay 3 preguntas que quisiera que respondan en sus mentes mientras les comparto acerca de cada puerta para que el mensaje de la Palabra encuentre un terreno fértil en el cual poder dar fruto. Estas 3 preguntas les ayudarán a lograr los 3 elementos necesarios para todo proceso de cambio: tomar conciencia, tomar responsabilidad y tomar acción.

Las preguntas son: ¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

Por último, quiero que piense en su momento de transición personal, esa situación que quiere resolver, esa reconstrucción que necesita enfrentar ya sea a nivel individual, de pareja, de familia, laboral o de iglesia. Y vea cada puerta como una oportunidad para resolver esa situación. 

1.- La Puerta de las Ovejas, Nehemías 3:1

Esta puerta simboliza la Humildad. Carencia de humildad produce orgullo y exceso de humildad produce auto-desprecio.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr que no entre a nuestro corazón el orgullo, la tendencia a pensar que somos más importantes e indispensables de lo que realmente somos.

Tal vez por esto la Biblia nos recuerda “no temer un mayor concepto de uno mismo que el que debe tener”. Un escritor decía que “la esencia de nuestra jornada espiritual es aprender a salir de nuestro propio centro” y Juan el Bautista entendía esto muy bien cuando dijo: “es necesario que yo mengüe para que él crezca”.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos que la Humildad no se desborde al punto de llegar a despreciarnos a nosotros mismos, la tendencia a pensar que no valemos nada y que los demás puedan hacer de nosotros lo que quieran.

¿Qué necesito aprender de esto? ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?   

2.- La Puerta del Pescado, Nehemías 3:3

Esta puerta simboliza la Espiritualidad. Carencia de Espiritualidad produce materialismo y exceso de espiritualidad produce fanatismo. Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr que el materialismo no convierta la transición en un fin último, en la meta suprema.

Todo proceso de cambio es solo un medio para manifestar la espiritualidad, la fe, el sentido de que hay algo más profundo en la vida. Crisis implica cambio, trasformación.

Como cristianos sabemos que Jesús es el líder supremo y la espiritualidad nos lleva a establecer una relación más profunda con él, beber de él como el agua viva, comer de él como el pan de vida. Los primeros cristianos usaban el acróstico IXOYE para referirse a Jesús: Jesús Cristo Dios Hijo Salvador.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos que el fanatismo no se apodere de nuestra visión y nos impida recordar “que, aunque no somos del mundo estamos en el mundo” y a aprender “que tenemos raíces y también tenemos alas”

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

3.- La Puerta Vieja, Nehemías 3:6

Esta puerta simboliza el Amor por el aprendizaje, por el conocimiento, por la Verdad. La carencia de deseos de aprender se manifiesta en incredulidad o complacencia y el exceso se manifiesta en la actitud del sabelotodo.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr que la incredulidad, la complacencia o la duda no se apoderen de nuestra visión. Se dice que el pecado del que nacen todos los demás pecados es la incredulidad.

En toda transición es necesario romper con la incredulidad de que no podemos superar el desafío. Si amamos la verdad, y nos abrimos a la oportunidad de aprender descubriremos que los milagros y las resurrecciones abundan a nuestro alrededor.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos convertirnos en persona que no creen “que ya lo ha alcanzado todo”, sino que sabremos que siempre se levantarán nuevas montañas que escalar, nuevos mares que navegar y nuevos horizontes que surcar, pues “conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres”.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

4.- La Puerta del Valle, Nehemías 3:13

Esta puerta simboliza la Esperanza optimismo, orientación de futuro. La carencia de Esperanza produce negatividad y miedo y el exceso de esperanza produce castillos en el aire.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr que nuestros temores más profundos no nos venzan. Los temores se manifiesta a través de preguntas como ¿Me cuidará Dios? ¿Seré abandonado? ¿Me verán como un perdedor? ¿Cómo me recordarán? La lista puede volverse interminable, dependiendo de la programación negativa que esté en nuestras mentes. Todas estas cosas salen a la luz en los momentos de transición.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos poner los pies sobre la tierra y eliminar la actitud ilusoria, los sueños irreales y aprenderemos a centrar nuestra esperanza en el Dios que sustenta nuestra fe.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

5.- La Puerta del Muladar, Nehemías 3:14

Esta puerta simboliza la Autorregulación, la honestidad, la integridad. La carencia se manifiesta en auto-indulgencia, poder descontrolado y el exceso se manifiesta en inhibición, auto-limitación.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos ser conscientes del gran poder que tenemos a través de nuestras palabras, pensamientos y acciones, para bien o para mal. Como resultado aprenderemos a no usar el poder ligeramente y nos daremos cuenta del daño que podemos hacernos a nosotros mismos o a otros. Aprenderemos a no llamar bueno a lo que es malo.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, nos daremos cuenta de que a pesar de que hay un fruto en el huerto de nuestra vida que debemos evitar hay muchos frutos más que Dios ha plantado para que podamos disfrutar. Aprenderemos así a no llamar malo a lo que es bueno.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

6.- La Puerta de la Fuente, Nehemías 3:15

Esta puerta simboliza el Entusiasmo. La carencia de entusiasmo se traduce en sedentarismo y en sentimientos de pérdida y abandono y el exceso de entusiasmo se traduce en inquietud.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr que el proceso normal de duelo en todo momento de transición no nos duela tanto y no nos desoriente ni que tratemos de evitarlo.  

Darnos cuenta de las estrategias que utilizamos para reprimir o aliviar el duelo con distracciones es indispensable durante los momentos de transición. La meta no es distraer el dolor si no enfrentarlo para aprender de él. Esto se refleja en las palabras de Jesús: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”, Juan 17:15; o en palabras del profeta Isaías: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá”.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos estar quietos por momentos, para ir y venir con un propósito definido, con sentido y misión, entusiasmados, pero no atolondrados.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

7.- La Puerta de las Aguas, Nehemías 3:26

Esta puerta simboliza la Perseverancia. La carencia de perseverancia se convierte en pereza y el exceso de perseverancia se transforma en obsesión.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr no encontrar más fácil irnos a comer el pasto más verde del vecino, para poder entrar en el proceso saludable de reconstrucción, aunque ese proceso de reconstrucción no marche al principio como lo esperamos. Todo cambio es difícil pero la satisfacción es aún mayor.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos que la obsesión, el tener ideas fijas, no se conviertan en el impulso de nuestras acciones. Con un sentido claro de misión, lo cual nos permite centrarnos, no habrá un límite a lo que podamos lograr. “De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

8.- La Puerta de los Caballos, Nehemías 3:28

Esta puerta simboliza la Valentía, llevar las riendas. La carencia de valentía genera el sentimiento de que todo se ha salido de control y el exceso de Valentía se traduce en temeridad, imprudencia.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr mantener todo en el lugar preciso y obtener una sensación de seguridad que impedirá que nos hagamos preguntas como ¿Se derrumbará todo lo que hemos edificado? ¿Qué tal si elegimos a la persona incorrecta? Las transiciones requieren de valentía para dejar ir, para crucificar, para dejarnos ir confiados en los amorosos brazos de Dios.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos que la imprudencia no domine nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

9.- La Puerta del Oriente, Nehemías 3:29

Esta puerta simboliza la Perspectiva. La carencia de perspectiva se manifiesta en falta de visión y el exceso de perspectiva revela necesidad de controlar.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podremos entender que solo somos mayordomos de los recursos que Dios nos ha encomendado: nuestra vida, nuestros hijos, la iglesia, los ingresos, etc. La gente, los recursos, los talentos, la historia y los dones específicos que Dios ha repartido a cada uno le pertenecen a Dios, no a nosotros.

Nuestra misión es mirar diez o treinta años en el futuro y pasar la antorcha a las siguientes generaciones, y asegurarnos que la puerta del oriente, la del amanecer, permanecerá abierta para que nuestra herencia se expanda aun cuando hayamos partido. Esto es visión, ver el bosque y no solo un árbol, el océano y no solo una gota de agua.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso, lograremos que la necesidad de controlar no se manifieste en nuestras decisiones. El exceso de perspectiva hace que el panorama que nos ponemos por delante luzca tan amplio que se produce en nosotros una sensación de agobio y esa sensación de agobio hace que deseemos controlar lo que parece incierto.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

10.- La Puerta del Juicio, Nehemías 3:31

Esta puerta simboliza la Equidad, la justicia, el equilibrio. La carencia de equidad se manifiesta en no asignar la justa medida a las personas o a los eventos y el exceso de equidad se manifiesta en indiferencia.

Cuando edificamos esta puerta y la cerramos para evitar la carencia, podemos lograr el equilibrio entre lo que somos y lo que hacemos. Muchas veces nuestra identidad se fusiona con lo que hacemos al punto que creemos que somos el rol que desempeñamos. Esto es en parte normal, pues después de desempeñar una función durante muchos años nos identificamos con nuestras tareas. El problema es que cuando hay un momento de transición, de cambio o de crisis, esa fusión se rompe y entramos en una crisis de identidad al pensar que al dejar de hacer algo dejaremos de ser.

Si edificamos esta puerta y la abrimos para evitar el exceso lograremos que la indiferencia no sea el lente a través del cual nos vemos a nosotros mismos, a los demás, a las circunstancias o a la vida.

¿Qué necesito aprender de esto?, ¿Qué voy a hacer con esto que he aprendido? ¿Cuándo lo voy a hacer?

450 años después de que las 10 puertas quedaran reconstruidas una nueva Puerta se abriría para la humanidad. Una puerta que quien por ella “entrare será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).  

Una puerta con nombre, una puerta llamada Jesús, quien dijo de sí mismo: “Yo soy la puerta”. En él confluyen las 10 fortalezas representadas por las 10 puertas de Nehemías 3. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” y esta vida en abundancia son todas aquellas nuevas posibilidades, nuevas perspectivas, nuevas oportunidades y nuevas formas de enfrentar las transiciones, los cambios, las crisis. 

¿Entrarás por esta Puerta?

1 comentario:

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